El primer día estando separada del príncipe
viajero comenzó con el dolor del alma, un llanto incontrolable que al parecer
se negaba a desaparecer durante toda la noche. Mientras sentía en mi espalda los
cariños de mi hermana, mi mejor amiga y confidente, acariciaba mi espalda y
repetía la frase “todo va a estar bien”, mientras yo lloraba en silencio hasta que
el dolor terminaba agotando mi cuerpo para luego quedarme profundamente dormida.
Ni el sueño me dejaría descansar de él, al
comienzo sentí una confusión de imágenes mientras soñaba, hasta que todo
aclaraba, me encontraba en gran campo lleno de flores y arboles frutales de
todo tipo, me encontraba arropada con un vestido rojo hasta la rodilla y los
pies descalzos, el pasto se sentía maravillosamente, respiraba pureza neta, el
cielo más celeste que nunca con un sinfín de nubes creando formas hermosas.
De
pronto un joven campesino con camisa a cuadros en tonos rojo, mas unos jeans
desgastados y pies descalzos, se me acerca con una gran sonrisa y el brillo de
sus ojos verdes, naturalmente me dice
“Preciosa, ven conmigo, podríamos ir a la sombra de aquel manzano y comer nuestro
picnic si te apetece, luego vamos al granero y hacemos el amor hasta el amanecer”.
Lo miré y era él, mi príncipe vestido de campesino, y yo del mismo modo,
incluso noté que nuestras prendas combinaban, sabía que era un sueño, por lo me
indigne y lo enfrenté “deja de seguirme, ni al dormir me dejas en paz, vete y sigue tus sueños
lejos, pero completamente por favor”, me respondió a modo de que parecía tan
real, se sentía tan real el roce de sus manos y su embriagante aroma.
“¿De que
hablas Layla? , jamás me he alejado de ti, tampoco lo haré, aunque sea en
sueños como este te visitaré y te
contaré historias de mis viajes mientras acaricio tu largo cabello, haremos aparecer fuegos artificiales al
anochecer mientras bebemos vino espumante y nos besamos con sabor a alcohol, recuerda que en tu sueño puedes hacer lo que desees junto a mí, solo espero
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